En el valle del Salnés, en unas tierras tranquilas bañadas por el Río Umia...
Rodeados de prados, de bosque y bajo la atenta mirada de los vestigios de un Castro Celta… se encuentran los viñedos de los que surge Predestinado.
Estos viñedos, que pertenecían al Monasterio de Armenteira, cuentan con cientos de años y en ellos se plantaban las variedades de caíño y albariño. Con la llegada de la filosera, se plantaron variedades foráneas procedentes de América. Desde entonces, el viñedo pasó por una serie de cambios en su cultivo hasta que en un momento dado se hizo una reconversión volviendo a aquel albariño primigenio, de racimo pequeño. La tierra respondió ofreciendo una producción excelente, sin duda, ésta era la variedad apropiada para este terreno de esquisto del que brota el agua en invierno.
La crianza de estos viñedos ha estado marcada por un férreo compromiso de protección y respeto a la naturaleza, sabiendo, que de lo que hagamos hoy, dependerán generaciones futuras.
Una filosofía de trabajo en la que se aplican sencillos procesos ancestrales para el cultivo y el cuidado de las viñas que unidos a la innovación, dan como resultado cosechas excepcionales.
El uso de ataduras libres de plástico, la utilización de abono orgánico o preparar adecuadamente el descanso de la viña hasta que ésta despierta, son alguno de los ejemplos de nuestro compromiso real con el medio ambiente.